La infraestructura es crucial para el crecimiento económico, la prosperidad y la inclusión social, pero en las Américas, las redes de infraestructura presentan una brecha significativa, y el nivel agregado de inversión en la región es inferior al que se considera necesario para una infraestructura adecuada. Hay margen para mejorar la forma en que se llevan a cabo los proyectos de infraestructura. En particular, las iniciativas se beneficiarían de la implementación de buenas prácticas a lo largo del ciclo de vida del proyecto, incluida la selección de proyectos y la optimización de la cartera, la contratación y la construcción, y el mantenimiento continuo. Muchos de estos se encuentran dentro del ámbito del sector público, que es responsable de gran parte de la inversión en infraestructura de transporte/logística.
Más allá de buenas prácticas específicas, los países necesitan desarrollar regulaciones que estimulen la competencia en los servicios de transporte/logística. También pueden participar en una mayor cooperación a través de las fronteras para obtener una perspectiva regional sobre las políticas de infraestructura y su implementación, y tomar medidas regionales que apoyen los esfuerzos de mejora y la armonización de la infraestructura de transporte y las métricas de servicio.
Los países ahora tienen la oportunidad de amplificar el impacto de sus esfuerzos mediante la organización de sus carteras de infraestructura para reflejar los objetivos ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) al tiempo que garantizan una mayor transparencia e integridad en las iniciativas de infraestructura, todo lo cual ayudará a garantizar resultados sostenibles.
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